CARISMA Y SENTIDO COMUN:
el poder y la responsabilidad directiva
En la galaxia de los últimos éxitos cinematográficos un
superhéroe ya entrado en años , Spiderman, ha vuelto a batir en su debut en la
pantalla grande todos los records establecidos por otras superproducciones
triunfadoras: recaudación en el
primer fin de semana, número de salas en las que se estrenó, ventas de todo
género de merchandising e inicio inmediato
del rodaje de las secuelas, manteniendo
el mismo elenco de protagonistas.
¿Qué
tiene el arácnido personaje para seguir acaparando las preferencias de los espectadores?
En mi opinión, la
paradoja de reunir bajo la apariencia de
una persona completamente normal extraordinarios poderes.
Una normalidad
basada en su carácter anónimo, cotidiano, su
apariencia de vecino solícito y educado, sus miedos, su vergüenza, la
pasión por su familia y su amor por una
compañera de colegio.
En resumen, alguien como cualquiera de nosotros.
A
pesar de su normalidad, Peter Parker (el Spiderman humano), es
un héroe, el salvador de Nueva York de
las amenazas de numerosos supervillanos,
la solución a múltiples e innominadas catástrofes.
Como
tantos otros niños nacidos en los 60, disfruté intensamente los cómics con las aventuras
de Spiderman, tanto en sus épicas batallas como en sus atormentados noviazgos.
Ahora, 30 años después, nuestros hijos vuelven a maravillarse con las
habilidades del héroe, tanto en la pantalla como en el cómic.
Y todo ello por
su normalidad extraordinaria, porque este personaje vulnerable e invencible encubre tras sus
asombrosos logros a una persona que sabe gestionar sus poderes con humildad y
sabiduría.
EL NUEVO LIDERAZGO
Las
empresas, obligadas por la crisis, han afrontado una profunda
renovación en sus modos de hacer y, lo que es más importante, en sus modos de
ser.
El desplome bursátil, el cambio en los valores de los
ciudadanos han originado una vuelta a lo esencial, identificada en el mundo de los negocios con el “origen”
(back to the basics), cuya principal consecuencia ha sido una modificación
profunda en la noción de liderazgo.
Las
personas, la sociedad en general definen
actualmente al líder al que
quieren seguir no como un héroe, sino como una persona normal con mucho sentido común, que sabe gestionar su poder status con
humildad.
Se
trata de abandonar el axioma preferido
de las empresas surgido en la apoteosis de la web: los directivos exitosos rebosan
carisma, visión, agresividad y
juventud.
Las empresas han retornado al concepto más humanista del liderazgo:
conseguir objetivos corporativos implica
que los otros (los colaboradores) cubran sus objetivos individuales.
En resumen,
el sencillo modelo “ ganar – ganar” llevado a sus más éticas consecuencias:
únicamente puede dirigir personas quien
se ha ganado la confianza de los suyos, que en un círculo
virtuoso llegan a comprometerse con él.
Esta revisión
del liderazgo exige la adopción
de grandes dosis de humildad para los directivos: estar al cargo de una
empresa, dirigir un equipo de profesionales requiere abandonar el protagonismo
de los pretendidos triunfadores del mundo on
line, no querer ser el centro de atención de todos, en todo
momento y circunstancia.
Conseguir
los objetivos empresariales a la vez que los empleados alcanzan los propios
exige a los directivos desarrollar habilidades internamente muy exigentes,
entre las que cabe citar la conciencia de los demás, la empatía, la amabilidad,
y, por encima de todo, la humanidad. Se trata de un nuevo sentido de la
solidaridad en el que el sentimiento de pertenencia constituye el requisito
imprescindible para la supervivencia de las organizaciones.
CAMBIAR LOS PRINCIPIOS DEL
LIDERAZGO
La
vuelta a la normalidad trae consigo la aceptación de una serie de principios de
actuación muy elementales y humanos.
Principios sencillos, de amplia eficacia.
Como el mostrar sincero interés por las
preocupaciones personales de los empleados, fortaleciendo el sentimiento de pertenencia, la identificación con la empresa y, a largo plazo, la productividad.
Otro
principio simple y convincente por sus consecuencias inmediatas consiste en
escuchar a los colaboradores en los momentos de crisis, de nerviosismo, de
oscuridad, lo que contribuye a reducir
su estrés, su desconfianza y, por tanto, incrementa su compromiso, un
compromiso mutuo, diseñado sobre las bases de la confianza, que ha de facilitar
que los directivos, los líderes aseguren la continuidad de las operaciones.
Si
nuestra sociedad demanda superhéroes anónimos como Spiderman , las
empresas necesitan en mi opinión
directivos capaces de adoptar las
siguientes actitudes:
1) Mostrar interés por todo lo que quieren lograr todos los miembros de
tu equipo.
Y
esto implica alinear plenamente los intereses empresariales con los personales,
desde una óptica integral y retroalimentada. Hay que tener en consideración
todas las metas y aspiraciones de los nuestros, para trazar un programa de
crecimiento conjunto.
2) Desarrollar verdadero interés por cuanto
sucede al equipo en el ámbito personal.
Esta
recomendación fue formulada en los años 30 por Elton Mayo, precursor del
management. La novedad estriba en la sinceridad: de nada vale un interés
hipócrita, no real ni sentido. Una actuación interesada desmotiva, aliena y no
alinea. El líder con éxito se preocupa
por las vicisitudes, buenas y malas, de los suyos. Y lo hace con el corazón, no
con el cerebro.
3) Estar con los empleados en los malos momentos.
Resulta
sencillo saborear los éxitos con los equipos, compartir los triunfos. Pero
cuando hay que estar juntos es en los fracasos, proporcionado aliento,
ejerciendo coaching y aprendiendo de los errores.
4) Dialogar
continuamente y verificar el estado de
ánimo de los colaboradores.
Ante
los problemas, palabras y no silencios. En las tormentas, diálogo y no órdenes.
Unicamente de la interacción puede generarse futuro compartido.
5) Ofrecer
ayuda a los empleados cuando lo necesitan.
Y de nuevo con sinceridad.
Estos
cinco principios representan un camino sencillo a seguir para aquellos
directivos que pretendan cubrir las esperanzas de sus equipos, generar un
proyecto compartido por todos.
Si además, visten el traje del héroe arácnido y afrontan con valentía a enemigos como la ralentización de la demanda, la caída de márgenes, la pérdida de poder adquisitivo de los clientes... se encontrarán en condiciones de sortear la crisis.
Si además, visten el traje del héroe arácnido y afrontan con valentía a enemigos como la ralentización de la demanda, la caída de márgenes, la pérdida de poder adquisitivo de los clientes... se encontrarán en condiciones de sortear la crisis.
Y,
después , una taza de chocolate de la tía May y un paseo por Central Park con
Mary Jane Watson serán nuestra recompensa.
Una
recompensa normal para gente normal.
Para gente como Spiderman, como los directivos que conscientes de la responsabilidad que genera su poder centran sus esfuerzos en los demás.
¿Os gusta la idea o tenéis miedo a las alturas?